lunes, 10 de junio de 2013

NEURONAS ESPEJO


Neuronas en Espejo
Las neuronas espejo son un tipo de neuronas con propiedades motoras, situadas en el córtex premotor y parietal posterior. Disparan no sólo durante la ejecución de la acción, sino también durante la observación de otras personas llevando a cabo una acción similar o igual. Un dato interesante es que anatómicamente, estas neuronas se corresponden con el área de Broca, lo que ha dado pie a sugerir un papel clave de las mismas en la aparición del lenguaje en los humanos.
Sin embargo, hasta hace relativamente poco tiempo no se había recalado en ellas. La atención a estas neuronas apareció en estudios que se enmarcan dentro de un campo mucho más amplio: el de las teorías de la acción. Las teorías de la acción pueden separarse en dos grandes líneas de trabajo. La más dominante, el modelo de acción senso-motor, asume que las acciones se inician en respuesta a estímulos externos. Es decir, la percepción y la acción poseen formatos de representación independientes; los estímulos se transforman en respuestas motoras mediante mecanismos de estímulo-respuesta.
Por otra parte, el modelo de imitación por aprendizaje asociativo secuencial propone que las habilidades imitativas están basadas en asociaciones entre las representaciones motoras y sensoriales de las acciones. Asociaciones mayormente moldeadas por la experiencia (aunque un pequeño número pueden ser innatas), por lo que las situaciones ambientales favorecerían el establecimiento de estas asociaciones. La idea fundamental de este modelo es que la imitación no está basada en mecanismos neuronales funcionales dedicados exclusivamente a ello, sino que los mecanismos generales sensoriales y motores pueden configurar habilidades imitativas. De ese modo, el comportamiento imitativo surge como un producto de la evolución.
Se ha sugerido que existen una doble vía para la imitación en humanos, al estilo de la doble vía de procesamiento emocional propuesta por LeDoux. Por una parte, una vía primitiva conduce la imitación de forma directa: tal como son observados los gestos, posturas, expresiones faciales, discurso, etc., son ejecutados por el observador. Por otra parte, una vía más avanzada, la cual lleva a formas de imitación más sutiles y complejas, como la activación de rasgos o estereotipos.
(Ejemplo de la doble vía de procesamiento emocional de los estímulos)
De todas formas, lo que la mayoría conoce sobre las neuronas espejo está en relación con otro concepto que merece entrada aparte: la empatía. La hipótesis de esta relación se puso a prueba mediante varios estudios de resonancia magnética. En particular, uno sugirió la existencia de un circuito neural para la empatía que incluye el antes conocido como sistema límbico y el plot de neuronas espejo, siendo ambos conectados por la ínsula. En esta red, las neuronas espejo serían las responsables de la simulación de las expresiones faciales observadas en otras personas, lo que dispararía la actividad de las regiones límbicas, produciendo en el observador la emoción que la otra persona estuviera sintiendo. Se demostró que este modelo predice la activación de las áreas de las neuronas espejo, la ínsula y las regiones límbicos tanto durante la observación como la imitación de las expresiones faciales emocionales. En términos funcionales, esta gran red proporciona una forma de empatía basada en la simulación. Recientes datos sugieren también que la actividad en esta red proporciona también un biomarcador para la socialización.
Todo esta relación entre las neuronas espejo, la imitación y la empatía hace que uno se pregunte por qué. Es decir, si existe en nuestro cerebro, es que la evolución lo ha considerado adecuado, por lo que resulta pertinente plantearse el motivo de tales conexiones. Tradicionalmente, nuestra biología está consagrada a la base del individualismo, mientras que las ideas y códigos sociales permiten crecer por encima del sustrato neurobiológico. Curiosamente, los datos indican justo lo contrario; que la habilidad para empatizar, una condición necesaria para la socialización y moralidad surge de abajo a arriba, a partir de mecanismos relativamente simples de producción de acciones y percepción primitivos.
Los seres humanos somos animales sociales, por definición. Es lógico pensar que, así como la evolución nos ha permitido mantener y mejorar determinados sistemas de percepción, procesamiento, memoria, etc., haya hecho lo mismo con aquella parte dedicada a la vida social. Actualmente, este campo de la neurociencia social es uno de los más productivos y de moda, y está obteniendo unos resultados que ayudan a comprender mucho mejor la forma en que funcionamos socialmente. Y parece que las neuronas espejo tienen mucho que aportar en la comprensión de todas esas conductas.

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